JUEGOS Y JUGUETES

EL JUEGO Y LA IMAGINACIÓN

Juego de niños - Bruegel (1525-1569)

El juego, una de las actividades mas antiguas del ser humano, es parte de la vida. 
Los niños han jugado siempre, y si bien algunos juegos y juguetes se han ido perdiendo, otros han logrado adaptarse a través de los tiempos y las distintas culturas, manteniendo su esencia mas allá de la forma que adopten.

Hay juguetes se compran en la juguetería y hay otros se pueden fabricar en casa. Hay juegos que necesitan mucho espacio y otros no tanto. Hay juegos de mesa, de palabras, de manos. Juegos de campamentos,  de viaje, de campo y de ciudad... pero  todos, desde el elástico hasta la play station, pasando por el balero, la mancha y el piedra, papel o tijera, la escondida o el Martín Pescador, todos tienen la misma función: divertirnos, pasarla bien y porque no, ayudarnos a crecer.

En el juego encontramos el azar y la destreza. Lo grupal y lo solitario. Descubrimos trampas y estrategias. Valoramos ganar y soportamos perder. Quien aprende a prestar un cochecito o una muñeca, aprende a compartir. Quien no respeta las reglas del juego no puede jugar. Tampoco aquel que no sabe esperar su turno.
A través del juego es posible explorar, investigar, descubrir, aprender, reír y hacer amigos.

Pero el juego, como todo, necesita de tiempo. Sin tiempo libre se pierde el juego libre, espontáneo, ese que el chico elige e inventa. Y la imaginación que no se alimenta, se duerme.

 Cuenta mi mamá que cuando yo era chica me sentaba en una silla y me quedaba quietita mirando el horizonte.
—¿Por qué  no  jugás a algo?—me preguntaba
—¡Estoy jugando! —respondía yo, molesta por la interrupción.
Por supuesto no recuerdo en que pensaba, que imaginaba, ni a que estaba jugando, pero seguro era muy divertido, porque no lo hice una vez, sino varias.

Según el diccionario, la imaginación es la facultad de representar en la mente cosas reales e inexistentes. Para mí, es un juguete mágico gracias al cual podemos ser y hacer lo que se nos ocurra.
La imaginación nos permite descubrir formas en las nubes o caritas en las piedras. Un conjunto de ladrillos de plástico pueden convertirse en nave espacial, auto, casa de muñecas o robots. La arena de la playa puede convertirse cafecito si jugamos “a las visitas” o en helado si somos “heladeros” . Incluso podemos darnos el gusto de decir: “No, ese gusto no lo tengo.”
Gracias a la imaginación podemos ser princesas o caballeros. Estar en la selva o en el fondo del mar. Un palito puede convertirse en espada o en varita mágica y un pedazo de tela en la capa de un superhéroe o en el tul de una novia.

Cuanto menos concreto sea el juguete, mas espacio encontrará la imaginación para crear. Por todo esto, entregarnos a la imaginación es ingresar al mundo  que queramos. 

Jugar con la imaginación es una de las tantas formas de jugar, porque hay tantas formas como personas hay en el mundo. Jugar no es solo una cuestión de chicos. Jugar es una cuestión de actitud. 
Declarado por la Unesco un derecho, no renunciemos a él. Juguemos un poco más.


Dentro del texto hay un juego escondido. Adiviná cual.
A María le dolía mucho la cabeza y sudaba como si estuviera en el infierno. 1 termómetro es lo primero que agarró, luego 2 aspirinas y 3 sorbos de agua para digerirla bien. 4 veces tomó su temperatura, volaba de fiebre. Con 5 o 6 cubitos de hielo enfrió unos paños que colocó 7 veces en su frente. Dio 8 pasos y se recostó en su cama. A los 9 minutos estaba durmiendo y cuando llego al 10 sintió que por fin había tocado el cielo. 



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