¡¡¡CIEN AÑOS DEL ROSEDAL!!!

Declarado Patrimonio Cultural de la Ciudad de Buenos Aires

Jorge Martín Irigoyen, Cecilia de la Torre, Débora Ballarella
y Roxana di Bello 
El 24 de noviembre de 2014 cumple sus primeros 100 años el Rosedal de Buenos Aires.
Conjunción perfecta entre la naturaleza y la obra del hombre, sitio para el placer y el deleite estético, pero también para el estudio y el conocimiento, inspiración para artistas y escenario ideal para el romanticismo.

Convertido en un hito para los vecinos de la ciudad  y parada obligada en todo tour turístico que la recorra, poco se conoce acerca de su historia.
Hay que remontarse a los años de la Belle Époque (primeras décadas del S. XX) y decir que corresponde al Intendente Joaquín S. Anchorena, el mérito de haber impulsado la creación de un nuevo jardín de rosas y, a su Director de Paseos, Benito Javier Carrasco, el de haberlo diseñado y concretado.


Se eligió la ubicación junto al lago para realzar la importancia de la obra aprovechando el marco de grandes grupos de árboles. También se tuvo en cuenta la facilidad de acceso. El paisajista atendió todos los pormenores para resaltar la elegancia y el buen tono: una pérgola costeando el lago, un templete y un puente de arquitectura helénica, dando acceso desde la Avenida Infanta Isabel. Otros mil detalles (algunos hoy perdidos) completaban la obra como el grupo en mármol “La Primavera” de Drivier.
Desde hace décadas se considera al Rosedal como un sólo jardín integral. Sin embargo, según descubrimientos documentales recientes, se pueden diferenciar en el mismo tres sectores, teniendo en cuenta su fecha de ejecución, estilo paisajístico y autores:


Roxana Di Bello, Débora Ballarella y Juan Cruz Petracchi


a- 1914, Roseraie o Rosedal propiamente dicho, de estilo geométrico francés de Benito Carrasco (descripto en los párrafos superiores);

b- 1920, un jardín de estilo español, diseñado por Eugenio Carrasco, Ingeniero Agrónomo que sucedió en el cargo de Director de Paseos a su hermano Benito, entre 1918 y 1922, según proyectos y perspectivas con su firma. Este jardín funciona como entrada hacia el Rosedal desde el parque, sobre un eje longitudinal (continuado por el del Rosedal) y otros secundarios que delimitan parterres con irregularidades rompiendo la geometría dominante. Su estilo español se verifica con la utilización de algunos elementos propios del mismo: la presencia del agua en estanques, grandes fuentes rectangulares con vertedores en forma de ranas (a semejanza del Parque de María Luisa de Sevilla aunque sin azulejería) y fuentecitas y la profusa utilización de la arquitectura vegetal con arcos de cipreses y trepadoras formando glorietas sobre los senderos;

Descubrimiento de Placa en conmemoración del centetario 
c- 1929. El paseo se completó y adquirió su fisonomía definitiva con la incorporación del Patio-Glorieta Andaluz en el sitio ocupado hasta ese momento por la antigua confitería Pabellón de los Lagos. Regalado a Buenos Aires por el Ayuntamiento de Sevilla, fue inaugurado el 13 de octubre de ese año diseñado por el arquitecto sevillano Juan Talavera. Los jardines exteriores que rodeaban al Patio-Glorieta se deben a Carlos León Thays (h), quien también fue Director de Paseos de Buenos Aires entre 1922 y 1946.

Estos distintos paisajistas plasmaron proyectos de inspiraciones diversas (francesa una, españolas las otras), ejecutados en etapas sucesivas pero fundidos en el tiempo y en el imaginario popular en un solo y extraordinario paseo.

Con el correr de las décadas el paseo fue perdiendo su esplendor inicial, pero al promediar la década de 1990 se realizó una importante intervención que lo recuperó para disfrute de toda la comunidad. Nuevamente intervenido en 2008 el Rosedal llega espléndido a sus primeros 100 años ocupando un sitial de privilegio en el corazón de varias generaciones de porteños y también, por qué no, de argentinos.

En el año 2012, recibió el premio Garden Excellence Award (Galardón Jardín de Excelencia), entregado por la World Federation of Rose Societies. Esta distinción la reciben los jardines de rosas a nivel mundial por su belleza, su historia y su valor educativo. El Rosedal de Palermo es el primero en Sudamérica en obtenerlo.



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