Nunca me gusto el cuento del gato con botas. Me parece horrible que los hermanos mayores sean tan egoístas con el menor, que el maldito gato se salga con la suya, y que triunfe la mentira y la codicia.

Por eso escribí mi versión del cuento y estoy mucho mas contenta ahora!!!!!

EL MARQUEZ DE CARABAS
Una pareja de campesinos dejó como única herencia a sus tres hijos, su molino, su burro y su gato.
Los tres hermanos eran muy unidos y no necesitaron repartir la herencia, ya que seguirían viviendo juntos y trabajando el molino.
En la mesa nunca faltaba algo de comer, pero tampoco podían darse grandes lujos, y por eso a veces el menor se lamentaba:
—¡Ojalá tuviese mucho dinero para poder comprar todo lo que se me ocurra!
—No debeis afligiros, mi señor —dijo el gato en tono serio y pausado —, ya vereis como te sacaré de la miseria. ¿No te gustaría tener mucho dinero?
—¿A quien no?
—Consígueme una capa, un saco, un par de botas para andar entre los matorrales y un sombrero. Tu y yo seremos ricos. ¡No hemos nacido para esto!
El joven, divertido, se ocupó de conseguir todo y cuando el felino se vistió con el saco, la capa, las botas y el sombrero, parecía un héroe legendario.
El joven volvió al trabajo, pues había perdido mucho tiempo y necesitaba vender el pan que sus hermanos cocinaban.
El gato fue a la ciudad, robó un cuadro de la casa de un pintor famoso, y se presentó ante el rey. Cuando estuvo delante de él, hizo una gran reverencia y le dijo:
—He aquí, majestad, un obsequio de mi amo “El Marques de Carabás.”
—Dile a tu amo —respondió el rey —que le doy las gracias. Me agrada mucho esta bella pintura.
En otra ocasión, el gato recitó un poema que había sacado de un libro de poesías.
Pero el rey no leía demasiado y como el poema era muy halagador, le encantó. Después de escucharlo atentamente agradeció satisfecho el cumplido y ordenó que le diesen de beber al gato.
Los meses siguientes el felino continuó llevando al rey obsequios robados en nombre del “Marqués de Carabas”.
Mientras el gato se ocupaba de esto, los hermanos trabajaban todo el día y por la noche se reunían a cenar; jugaban a las cartas, a los dados o al ajedrez. Echado en un rincón, el gato pensaba que si no necesitara del joven para conquistar la fortuna del rey, hubiese abandonado esa casa mucho tiempo antes.
El día que el rey fue a pasear a orillas del río con su hija, le dijo el gato a su amo:
—Vuestra fortuna está hecha. No tenéis mas que bañarte desnudo en el río.
—¿ Te volviste loco? —preguntó el muchacho. —¿Cómo conseguiré la fortuna?
—¡Has lo que te digo! Yo me ocupó de lo demás.
El joven dominado por su curiosidad, abandonó el trabajo y se fue al río. Mientras se estaba bañando, el rey pasó por ahí y el gato salió al camino gritando:
—¡Socorro!¡Socorro! ¡El Marqués de Carabás se está ahogando!
El rey al reconocer al gato pidió a sus lacayos que ayuden al Marqués.
—¡Unos ladrones robaron sus ropas y lo tiraron al río! —continuó.
Y el rey envió a buscar las mejores vestiduras para el Marqués.
Cuando el muchacho vió que estos hombres se acercaban a él y lo sacaban del agua no entendió nada, y al descubrir la carroza, quedó mudo. Más aún cuando el rey pidió que lo acompañaran en su paseo.
—Agradezco su amabilidad —contestó el joven —pero debo volver a mi trab...
—¡Encantadísimos de acompañaros, Majestad! —interrumpió el gato y obligó al joven a subir a la carroza.
Como su amo era muy hermoso, el gato creyó que la princesa se enamoraría inmediatamente de él. Pero eso no sucedió.
—Quería agradecerle los hermosos regalos que me ha hecho —comenzó diciendo el rey.
—Pero si yo no le he regalado nada —confesó el joven confundido.
—¡Ja!, ¡ja!, ¡ja!, ¡ja! —disimuló el gato — ¡es tanta la admiración que sentimos por usted que para el Marqués todo es nada!
—¿El Marques? —preguntó el joven—¿De qué hablas?
—¡De usted! —dijo el gato perdiendo la paciencia, y acercándose al oído de su amo le dijo— ¿Acaso no quieres tener una fortuna? ¡Enamora a la princesa!
— ¿Qué has hecho? —preguntó el jovén enojado —Su majestad, yo no soy el Marqu...
—¡¡¡¡MIAUUUUU!!!!!!!! —el gato enfurecido se lanzó sobre su amo rasguñandolo con sus filosas garras. Los caballos asustados tropezaron y la carroza desbarrancó cayendo al río.
—¡Detengan al gato! —ordenó el rey.
La princesa viendo al joven lastimado sintió pena por él y le ofreció ir al castillo para curarlo. En el camino él le enseñó a jugar a piedra, papel o tijera y ese fue el inicio de una gran amistad.

El gato fue llevado al calabozo y así terminó su ilusión de convertirse en gran señor.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
que lindo!! me gustò mucho el MARQUEZ DE CARABAS
Besos Gaby

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